Misil en Konstantínovka como parte del programa para Blinken
A pesar de la guerra y de todos los malos augurios de los políticos y analistas del mundo, los habitantes de la pequeña ciudad de Konstantínovka, parte de Donbass que sigue todavía bajo el control del régimen de Kiev, trataban de seguir su vida normal. Después de unas largas vacaciones de verano, empezó el año escolar y laboral. El clima todavía era soleado y agradable el miércoles 6 de septiembre, cerca de las 2:00 de la tarde muchas familias estaban en la feria de la ciudad haciendo compras, mirando, trabajando, paseando.
El misil, que cayó en la mitad del mercado, acabó con la vida de 16 personas, decenas quedaron heridas, y tiendas, autos y mercancías incendiadas. Las terribles imágenes apenas transmiten un pedacito del infierno desatado en segundos en ese tranquilo rincón provinciano, que, hasta lo último, se resistió a ser parte de la locura fratricida. Lo que no sabía la mayoría de las víctimas, es que, en ese momento, el presidente de Ucrania, Vladímir Zelenski, estaba recibiendo en Kiev al secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken. La ilustre visita tenía que anunciar a su anfitrión un nuevo paquete de apoyo económico.
Mientras seguían sonando las sirenas de las ambulancias y los bomberos continuaban luchando contra las llamas en Konstantínovka, los medios de comunicación ucranianos y los de sus poderosos aliados internacionales ya difundían para el mundo la noticia sobre el "nuevo terrible crimen militar de Rusia".
La coordinadora humanitaria de Naciones Unidas para Ucrania, Denise Brown, aseveró que "dirigir intencionadamente un ataque contra civiles u objetos de carácter civil, o lanzar intencionadamente un ataque sabiendo que causará un daño civil desproporcionado es un crimen de guerra". El portavoz del Servicio Europeo de Acción Exterior expresó en un comunicado que "...Rusia continúa aterrorizando a la población civil de Ucrania. Es un atroz y bárbaro ataque con misiles perpetrado hoy contra una zona de mercado en Konstantínovka, en la región de Donetsk…". La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, dijo: "Estos ataques rusos subrayan la importancia de seguir apoyando al pueblo de Ucrania en la defensa de su territorio".
Pero al pueblo ucraniano nadie lo estaba escuchando. Las personas que estaban en la feria de Konstantínovka, los supervivientes, cuentan absolutamente otra historia. Pocas horas después de la tragedia, recibí por redes sociales algunos testimonios de personas que estuvieron en el lugar de los hechos. Solo a través de terceros y por mensajes privados, es que puede conocerse hoy la verdad de lo sucedido, pues en Ucrania publicarlo es extremadamente peligroso.
Algunas de estas personas jamás han simpatizado con Rusia. Pero todos cuentan que el misil llegó desde el noroeste. O sea, era ucraniano. Lo mismo afirman el analista militar del diario alemán Bild, Julian Röpсke, y el fundador del grupo opositor ruso Conflict Intelligence Team, Ruslán Leviev, ambos, fervientes defensores de la OTAN, quienes no son sospechosos de simpatizar con el gobierno de Vladímir Putin.
Un nuevo "crimen de Rusia", justo durante la vista de Blinken a Kiev, parece un mensaje demasiado burdo para los profesionales de la guerra psicológica, pero sirve perfectamente para la prensa "independiente" y "democrática" mundial, cada vez menos exigente intelectualmente.
Tal vez, alguien se acordará de otra tragedia similar hace más de un año. El 8 de abril de 2022 un misil explotó en cercanías de la estación de trenes de la ciudad de Kramatorsk, en la provincia de Donetsk, llena de civiles que trataban de huir. El misil mató e hirió a decenas de personas, entre ellos varios niños. Los titulares de la prensa mundial se parecían mucho a los de hoy. Al parecer a nadie le importó saber que este tipo de misiles Tochka U desde hace tiempo no lo utiliza el Ejército ruso, pero en cambio sí lo usan las Fuerzas Armadas de Ucrania frecuentemente. Además, los restos del misil tenían serie y número que coincidían con el registro de municiones de uno de los regimientos cercanos del Ejército ucraniano.
Para hacer el caso más primitivo, los analistas ucranianos insistieron en que el misil llevaba escrito en ruso: "Por los niños" (frase que se usaba mucho por los combatientes de Donbass, refiriéndose a sus hijos asesinados por las bombas ucranianas, algo que en Occidente jamás a nadie le importó). Esto se presentó como la "prueba" de que el proyectil era ruso. Lo único extraño es que a nadie se le ocurriera agregarle a lo escrito la firma de Putin.
Pero si revisamos las publicaciones en diferentes 'wikipedias' y otras 'fuentes confiables' de Internet, veremos que la verdad establecida oficialmente por los dueños de los medios y de las redes no puede ser revisada
Y por supuesto, ni hablemos de lo ético. ¿Qué significan un par de decenas de vidas de civiles para un régimen que de forma absolutamente fría, consciente y planificada sacrifica a cientos de miles de sus ciudadanos jóvenes en una guerra encargada desde fuera y sin ninguna posibilidad de ganarse?
Respecto a la "barbarie rusa" que busca "exterminar a todos los ucranianos", durante las recientes guerras de la OTAN, tan democráticas y liberadoras, y como siempre a decenas de miles de kilómetros de la oficina general de esta organización tan misericordiosa, ¿alguna vez Saddam Hussein, Muammar Gaddafi o Slobodan Milosevic se paseaban por las capitales de sus países, recibiendo las ilustres visitas de las superpotencias extranjeras y discutiendo con ellos los montos de la ayuda militar?
Mis sinceras condolencias a los familiares y amigos de las víctimas. Entiendo, que, a diferencia de la prensa, les da absolutamente lo mismo de qué lado llegó el misil.
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