Claudia Sheinbaum y la profundización de la 'Cuarta Transformación' en México
Claudia Sheinbaum se convertirá en la primera mujer presidenta de los Estados Unidos Mexicanos. Su principal opositora también es una mujer, por lo tanto, este no ha sido el principal elemento que ha garantizado su victoria. México iba a tener una presidenta mujer, sí o sí.
Por otra parte, si los datos del conteo previo se confirman -como previsiblemente ocurrirá–, Sheinbaum obtendrá otro logro indiscutible, confirmándose como la mandataria que llegará a la presidencia con el apoyo popular más amplio de la historia del país.
Sin embargo, al contrario del triunfo de su predecesor, que sí marcó la agenda de lo simbólico, el triunfo de Sheinbaum supone la superación de la fase simbólica y la confirmación material de un proyecto político que va más allá de ella misma.
Esta vez no se trataba de cambiar un presidente, como cantaba el himno de la Unidad Popular en el Chile de Salvador Allende, sino de la escenificación del enfrentamiento entre el movimiento nacional-popular en construcción llamado 'Cuarta Transformación' y los sectores reaccionarios del país en una batalla histórica dentro de la propia historia de la nación mexicana.
El triunfo de Sheinbaum supone la superación de la fase simbólica y la confirmación material de un proyecto político que va más allá de ella misma.
La 'Cuarta Transformación', proyecto político defendido por Morena, se presenta como la continuadora de un proceso histórico con tres momentos clave que definieron la construcción de México: La Independencia en 1810, la Reforma de 1854 y la Revolución mexicana de 1910.
El sistema semifeudal heredado de la etapa colonial fue desmontándose a través de estos hitos históricos, desde las reformas liberales de Benito Juárez hasta el México posrevolucionario, que iniciaría un proceso de industrialización, de nacionalización de recursos y de creación de empresas públicas. Todo acompañado por un proyecto ideológico que se planteaba en términos de soberanía económica y política tanto en la esfera interna como internacional.
Este proceso no ha tenido un recorrido pacífico y en línea recta, sino que ha estado atravesado por una constante pugna y lucha contra los sectores más reaccionarios del país, que siempre, utilizando distintas estrategias, lo han rechazado. Y también por el intervencionismo extranjero, sobre todo del país vecino, EE.UU., que en muchas ocasiones ha actuado como aliado de esos mismos sectores de la reacción en el interior de la nación. El proyecto soberano de México históricamente se ha entendido como la mayor amenaza para el proyecto expansionista de la Doctrina Monroe que aun controla el régimen estadounidense.
"Dictadura perfecta"
Tras el triunfo de la Revolución, durante setenta años, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), utilizando hasta tres siglas distintas en el proceso, gobernó el país. La disputa ideológica pasó al seno de este partido, presentando líderes antagónicos entre sí, como el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-1940), que acogió a los españoles exiliados del franquismo, nacionalizó el petróleo, aprobó la reforma agraria e intentó integrar a los sectores campesinos y obreros dentro de la política institucional mexicana; y su opuesto, Miguel Alemán (1946-1952) antiobrerista que fortaleció (incluso a través de cambios constitucionales) la acumulación de capital de los grandes propietarios. El fraude electoral, la corrupción y la represión fueron constantes desde 1942, y el sistema mexicano pasó a ser considerado como el modelo para una dictadura perfecta.
En la etapa izquierdista del PRI, en 1939, nació el Partido Acción Nacional (PAN), una agrupación claramente de derechas y representante del poder oligárquico. Y del mismo modo, en 1989, con la consolidación del triunfo neoliberal en el seno del PRI, surgió el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), a manos de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, hijo del expresidente Lázaro Cárdenas.
El fraude electoral, la corrupción y la represión fueron constantes desde 1942, y el sistema mexicano pasó a ser considerado como el modelo para una dictadura perfecta.
En el año 2000, el PRI perdió las elecciones a favor de Vicente Fox, del PAN. Igualmente ocurrió en 2006, cuando el PAN revalidó seis años más de mandato, en unas controvertidas elecciones, donde el candidato Felipe Calderón se impuso frente a Andrés Manuel López Obrador (entonces en el PRD), en unos comicios en los que hubo acusaciones de fraude.
En 2012, el PRI recuperó el poder con la victoria de Enrique Peña Nieto, sin embargo, apenas se notaron las diferencias con los gobiernos anteriores. Confirmando que la "dictadura perfecta" simplemente había diversificado sus marcas electorales, pero seguía marcando en solitario la agenda del país.
Tanto Andrés Manuel López Obrador como Claudia Sheinbaum provienen de la tradición del PRD. Las derivas de esta formación, llevaron a la creación del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), primero como asociación civil en 2012 y registrado como partido en 2014.
En las elecciones de este domingo, para confirmar "sin querer, queriendo" (como diría el 'Chavo del 8') las tesis de Morena, el PRI, el PAN y el PRD presentaron una única candidata como reflejo de su alianza contra la 'Cuarta Transformación'.
La victoria de Andrés Manuel López Obrador supuso la ruptura con el régimen cuestionado del PRI y del PAN: el presidente que había padecido un 'lawfare' en 2004, al que robaron las elecciones en 2006, se alzó con el poder en 2018. Este fue el revés simbólico que marcó el inicio de un camino que fue revalidado el pasado domingo por el pueblo mexicano.
No obstante, graves problemas azotan a la nación. La violencia, el descontrol en partes de su territorio, controlados por grupos al margen de la ley, su posición geográfica entre Centroamérica y EE.UU., el tránsito de la droga, de redes de tráfico de seres humanos, migraciones masivas, componen un escenario extremadamente complejo.
Además, durante años los gobiernos neoliberales pusieron en venta al país y cerraron acuerdos como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte entre Canadá, EEUU y México (primero TLCAN y luego T-MEC) que merman por contrato la capacidad de decisión soberana de la nación.
Logros y retos
Consolidar la diversificación de sus socios comerciales internacionales como un elemento contra la dependencia estadounidense, será una de las principales tareas para Claudia Sheinbaum. El contexto internacional claramente facilitaría este proceso.
El Gobierno de López Obrador ha cosechado importantes éxitos, como la creación de un ingreso universal para jóvenes desempleados, personas de la tercera edad y discapacitados. El fin de las privatizaciones de la empresa pública, incluso reflotando algunas empresas estatales como la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos Mexicanos (Pemex). Y a su vez, la nacionalización de la muy estratégica industria del litio. Aunque quedaron pendientes otras reformas necesarias en el plano de la salud o del sistema judicial.
El próximo gobierno de Sheinbaum será en todo sentido mucho más complejo de lo que fue el de su predecesor. A ella le toca salir de la fase simbólica y profundizar en el mandato popular de recuperar el proyecto soberano de los Estados Unidos Mexicanos.
El resultado electoral de estas pasadas elecciones da mayorías a Morena en las cámaras y gobierna en la mayoría de los estados, un elemento fundamental para el desarrollo de transformaciones profundas en un país federal como México.
Sin embargo, llegar al gobierno no es conseguir el poder y mucho menos controlar el aparato del Estado. La primera fase de la 'Cuarta Transformación' fue la simbólica, mientras que esta segunda etapa debe ser la de construcción, organización y articulación política. Un proceso lento que requiere de la implicación del movimiento popular a través de la profundización de la 'Cuarta Transformación' en todas sus esferas: política, social, económica y cultural.
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