Brasil hunde un antiguo portaviones con materiales tóxicos en el Atlántico
La Marina de Brasil hundió la tarde del viernes en el Atlántico el portaviones Sao Paulo, que se encontraba fuera de servicio y ha estado flotando sin rumbo en altamar desde hace cinco meses, ante el rechazo de los puertos para aceptarlo por los materiales tóxicos que hay en su casco.
"El procedimiento fue realizado con la necesaria competencia técnica y seguridad por parte de la Marina de Brasil, con el fin de evitar daños logísticos, operativos, ambientales y económicos al Estado brasileño", señalo la fuerza naval.
Poco antes, el Tribunal Regional Federal de la 5.ª Región anunció la liberación para hundir la embarcación, argumentando que debido al estado de deterioro se hundiría sin control a mediados de febrero.
El procedimiento, que se llevó a cabo en aguas de jurisdicción brasileña a 350 kilómetros de la costa del estado de Pernambuco, y a una profundidad de aproximadamente 5.000 metros, contó con la acción de buzos, que instalaron explosivos para formar desgarros en el casco e incrementar el flujo de agua hacia su interior, recogen medios locales.
Según la Marina, el área para el hundimiento "fue seleccionada basándose en estudios realizados por el Centro de Hidrografía de la Marina y el Instituto de Estudios del Mar Almirante Paulo Moreira".
"Los análisis consideraron aspectos relacionados con la seguridad de la navegación y el medioambiente, con especial atención a la mitigación de impactos en la salud pública, las actividades pesqueras y los ecosistemas", detalló.
9,6 toneladas de asbesto
El Ministerio Público Federal y organizaciones ambientales han levantado preocupaciones sobre el hundimiento del portaviones por los posibles peligros para la fauna marina debido a la alta toxicidad del casco de la embarcación.
De acuerdo a una nota técnica realizada por 8 empleados del Instituto brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama) "la liberación de materiales contaminantes contenidos en la estructura podría perturbar la capacidad de filtrado y dificultar el crecimiento de organismos acuáticos; el impacto físico en el fondo del océano provocaría la muerte de especies y el deterioro del ecosistema".
El ministerio afirma que el casco del navío contiene 9,6 toneladas de asbesto, también llamado amianto, una sustancia potencialmente tóxica y cancerígena, así como 644 toneladas de pintura y "otros materiales peligrosos".
Por su parte, la Red de Acción de Basilea junto con Greenpeace y Sea Shepherd en un comunicado conjunto aseguraron que el hundimiento viola "tres tratados internacionales" sobre medioambiente y causará daños "incalculables", con "impactos a la vida marina y las comunidades costeras".