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Recluido en su residencia oficial e inactivo en redes sociales: la llamativa ausencia de Bolsonaro
El mandatario, que sufre una infección en la pierna, solo ha hecho dos declaraciones públicas desde la victoria de Luiz Inácio Lula da Silva.
Jair Bolsonaro lleva recluido en el Palacio de la Alvorada, residencia oficial en Brasilia, desde la victoria electoral de Lula da Silva el pasado 30 de octubre, lo que para muchos de sus detractores es una muestra de que el mandatario ultraderechista no ha sabido encajar la derrota.
Al Palacio de Planalto, sede presidencial, tan solo ha acudido dos veces en este período. Y el miércoles no asistió a una ceremonia de oficialización de embajadores en Brasil, que normalmente cuenta con la participación del jefe del Ejecutivo.
Tras casi dos semanas prácticamente ausente sin que se haya dado una razón oficial, el vicepresidente, Hamilton Mourao, explicó que el mandatario, de 67 años, tiene "una herida, una erisipela", una infección que suele tratarse con antibiótico, que le impide cumplir con su apretada agenda, al menos hasta las elecciones.
"Es un asunto de salud (...) No puede ponerse un pantalón, ¿cómo va a venir acá en bermudas?", aseguró Mourao.
Desde el Palacio de la Alvorada, Bolsonaro ha recibido de manera puntual a algunos de sus ministros y en estas dos semanas solo ha realizado dos declaraciones públicas: una de apenas dos minutos, 48 horas después de su derrota, y otra a través de las redes sociales, donde pidió a los manifestantes que rechazaron los resultados electorales que despejasen las carreteras.
A pesar de ese llamado a la calma, el ultraderechista, primer presidente de la historia del país en no ser reelegido y que evitó felicitar a Lula, dejó claro que las protestas eran fruto de la "indignación e injusticia".
"El líder de una masa"
A partir de ahí, silencio. Bolsonaro ya no realizará sus tradicionales retransmisiones semanales, y sus mensajes en las redes –que le alzaron hace cuatro años a la primera línea de la escena política– se han reducido drásticamente.
En el plano internacional, el mandatario no participó en la Cumbre del Clima COP27, que se celebra en Egipto, y en la que Lula ha sido el gran protagonista, y tampoco acudió a la reunión de la cúpula del G20 en Indonesia.
En las elecciones, Bolsonaro obtuvo 49,1 % de los votos frente al 50,9 % del izquierdista, por lo que tiene un capital político que representa a casi la mitad de los electores del país. Por ello, la decisión de no asistir a ese último evento fue considerado, según O Globo, como un error por parte de sus aliados, que consideran que el ultraderechista debería haber usado este escenario para oponerse a Lula.
El mismo medio apunta que aunque el mandatario no tendrá ningún cargo político por primera vez en 34 años, sí contará con un cargo en el Partido Liberal (PL), la formación a la que se afilió para optar a la reelección, y con la que pretende viajar por el país con la mirada puesta en los comicios de 2026.
"No fue Lula quien ganó, fue Bolsonaro quien perdió. Ahora bien, tampoco es solo una (figura) de oposición, es el líder de una masa. Va a caminar por el país, porque sabe que es el líder derechista más grande que ha tenido este país", aseguró uno de sus más estrechos aliados y consejero, el pastor evangélico Silas Malafaia, líder de la Asamblea de Dios Victoria en Cristo.
El pastor aseveró que gracias a su capital político, el presidente "logrará que sus aliados en el Congreso presionen al gobierno de Lula".
El tiempo dirá si, a partir del próximo 1 de enero, cuando deberá pasarle la banda presidencial a Lula, su archienemigo político, Bolsonaro, empezará a urdir su retorno como aspirante presidencial, a imagen y semejanza de su admirado Donald Trump, de 76 años, quien esta semana anunció que participará en la carrera a la Casa Blanca en 2024.
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