Opinión
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Ociel Alí López
Es sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido ganador del premio municipal de Literatura 2015 con su libro Dale más gasolina y del premio Clacso/Asdi para jóvenes investigadores en 2004. Colaborador en diversos medios de Europa, Estados Unidos y América latina.
Pekín se afianza en la región, justo antes de que regrese a la Casa Blanca un gobierno que puede pasar factura a quienes no privilegien los nexos con EE.UU.
El Partido Demócrata tendrá dos opciones para contrastar a Trump: o espera pacientemente por eventuales errores del republicano o rediseña su estrategia política para volver a hablarle a su electorado y conseguir una victoria en el medio término (2026).
Cabe esperar un espaldarazo para los sectores más conservadores de la región, especialmente en Brasil, Chile y Colombia, quienes utilizarán la victoria de Trump como envión para volver al poder político.
Las apuestas varían dependiendo del péndulo político. Sin embargo, el desinterés de Washington en la región le augura una mayor maniobrabilidad.
La presión sigue en aumento y el escenario del adelanto electoral ha salido nuevamente del congelador.
El protagonismo de Laura Richardson en la Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas (CMDA) se apalancó con una entrevista en la que rescató un repertorio discursivo del macartismo, ubicando al comunismo como su principal enemigo.
La nación luce cada vez más extraviada del mapa mundi. Hablamos de una especie de cóctel diabólico perfecto de inestabilidad y sobre todo de fragmentación social.
Cualquier relevo generacional se estima necesario, pero genera sospechas de variada índole. La sucesora de López Obrador se enfrenta a esas dudas.
El conservadurismo tiene ingente poder que va a tratar de movilizar para obstaculizar la gestión actual o incluso para interrumpirle.
Al presidente se le acaba el tiempo para cosechar algunas victorias en materia de seguridad, después de una oferta electoral centrada en este tema.
Hay tres temas claves y una gran incertidumbre para la región, que fue aludida en términos de vecindad incómoda por parte de ambos candidatos.
La oposición ha intentado golpear al presidente por diferentes flancos: forjando una destitución institucional, movilizando a las huestes conservadoras y desde el escándalo mediático.