Economía
La crisis de Europa pone en riesgo la supervivencia del vino francés
El eco de la prolongada crisis que sacude a Europa se oye también en Francia: la industria del vino está amenazada, ya que los impuestos y la burocracia llevan a los dueños de los viñedos a vender sus plantaciones.
Michel es padre de dos hijos y propietario de 30 hectáreas de uva 'Chardonnay'. Sus tierras producen 250 mil botellas de vino al año. Se podría pensar que lleva una vida acomodada, relajada y sin preocupaciones económicas. Pero no es así. Inversores extranjeros están comprando viñas francesas y este vitivinicultor está pensando en vender sus posesiones si le llega una buena oferta. Y como Michel, hay muchos más.
"Los impuestos son muy altos, especialmente el de sucesiones. Mucha gente vende sus plantaciones para cubrirlo. Y es progresivo: cada generación paga más que la anterior", confiesa el propietario de viñedos, Michel Baldassini.
Algunos expertos creen que el Estado francés no apoya lo suficiente a este colectivo, incluso crea dificultades a los empresarios vitivinícolas.
"Hay muchas regulaciones que impiden el desarrollo. Pura burocracia. Cada día el responsable de la empresa debe revisar con sus abogados y contables dos documentos sobre seguridad ecológica, social y fiscal. Y enviárselos a varios ministros. ¿Te imaginas todo el esfuerzo que requiere y que podría enfocarse a otras cosas más importantes? No tiene sentido", dice Nicolas Lecaussin del Instituto de Investigación Económica y Fiscal.
Los franceses siguen siendo los principales inversores, pero el mercado ve emerger una nueva generación de empresarios, en particular procedentes de China.
Es conocido el caso de un propietario de una sala de juegos de Macao que compró el emblemático castillo del Siglo XII de Gevrey-Chambertin y su viñedo por 8 millones de euros. En esa ocasión se produjo una gran movilización de los vitivinicultores. Y no fueron los únicos que alzaron la voz. El partido ultraderechista Frente Nacional calificó esta venta como el símbolo del peligro que amenaza a la herencia gala.
Además, las inversiones foráneas podrían estar desempeñando un papel contraproducente ya que los autóctonos se ven obligados a asumir mayores gastos.
"Esta gente viene y compra terrenos como quien compra un Picasso o joyas. ¿Son realmente buenos inversores? Los impuestos suben por su culpa, pero, ¿mantendrá el vino la calidad? Creemos que debería haber una política proteccionista por parte del Estado", expresa el presidente de la Confederación de Vitivinicultores de Borgoña, Jean Michel Aubonel.
Así algunos empresarios extranjeros llegan a pagar el doble y el triple del valor real de mercado.
Las transacciones de viñedos franceses se multiplican, las superficies vendidas se han duplicado en 20 años y el precio medio por hectárea se multiplicó por tres.
"Los impuestos son muy altos, especialmente el de sucesiones. Mucha gente vende sus plantaciones para cubrirlo. Y es progresivo: cada generación paga más que la anterior", confiesa el propietario de viñedos, Michel Baldassini.
Algunos expertos creen que el Estado francés no apoya lo suficiente a este colectivo, incluso crea dificultades a los empresarios vitivinícolas.
"Hay muchas regulaciones que impiden el desarrollo. Pura burocracia. Cada día el responsable de la empresa debe revisar con sus abogados y contables dos documentos sobre seguridad ecológica, social y fiscal. Y enviárselos a varios ministros. ¿Te imaginas todo el esfuerzo que requiere y que podría enfocarse a otras cosas más importantes? No tiene sentido", dice Nicolas Lecaussin del Instituto de Investigación Económica y Fiscal.
Los franceses siguen siendo los principales inversores, pero el mercado ve emerger una nueva generación de empresarios, en particular procedentes de China.
Es conocido el caso de un propietario de una sala de juegos de Macao que compró el emblemático castillo del Siglo XII de Gevrey-Chambertin y su viñedo por 8 millones de euros. En esa ocasión se produjo una gran movilización de los vitivinicultores. Y no fueron los únicos que alzaron la voz. El partido ultraderechista Frente Nacional calificó esta venta como el símbolo del peligro que amenaza a la herencia gala.
Además, las inversiones foráneas podrían estar desempeñando un papel contraproducente ya que los autóctonos se ven obligados a asumir mayores gastos.
"Esta gente viene y compra terrenos como quien compra un Picasso o joyas. ¿Son realmente buenos inversores? Los impuestos suben por su culpa, pero, ¿mantendrá el vino la calidad? Creemos que debería haber una política proteccionista por parte del Estado", expresa el presidente de la Confederación de Vitivinicultores de Borgoña, Jean Michel Aubonel.
Así algunos empresarios extranjeros llegan a pagar el doble y el triple del valor real de mercado.
Las transacciones de viñedos franceses se multiplican, las superficies vendidas se han duplicado en 20 años y el precio medio por hectárea se multiplicó por tres.
comentarios