Actualidad
Figuras públicas se convierten en objetivos para los rebeldes sirios
Los milicianos opositores asesinaron en Siria a un conocido actor, Mohammad Rafea, mitad sirio, mitad palestino, que era un ardiente partidario del régimen de Bashar al Assad y un activista enérgico que luchaba contra aquellos a los que consideraba terroristas.
Fue secuestrado en Damasco a principios de noviembre por unos rebeldes por entregar supuestamente información sobre las manifestaciones en Siria al Gobierno del presidente Bashar al Assad. Varios días más tarde, los rebeldes del llamado Ejército Libre de Siria reconocieron haberlo asesinado. El pasado 7 de noviembre, los medios locales divulgaron las imágenes de su cuerpo cubierto de sangre.
“Me dirijo a sus asesinos: lo que hicieron no es justo, él no tenía la culpa. ¿Por qué quienes aman a su patria deben ser ejecutados?”, se pregunta el padre del actor, Ahmad Rafea. “Mi hijo amó a su patria y siempre ayudaba a la gente, trabajaba mucho y era muy buena persona”, añade.
De hecho, un equipo de RT se benefició personalmente de esta tendencia a la filantropía cuando el joven ayudó a una corresponsal a buscar pastillas antiinflamatorias en medio de la noche. Su ayuda al prójimo se extendía también a los encargados de los puestos de control en Damasco, para los cuales le vimos comprar pan.
Mohammad Rafea no es el primer personaje público convertido en objetivo. Numerosos médicos, pilotos, actores e ingenieros figuran en una lista negra de los rebeldes.
“Lo que tenemos aquí es una especie de política militar basada en el terror: si usted coopera con el Gobierno, es un condenado a muerte", advierte el consultor independiente Christoph R. Horstel.
Entre las más de 35.000 personas que murieron en la crisis siria desde marzo de 2011, entre los hombres armados de ambas partes figuran también muchos civiles inocentes, según los datos de los defensores de los derechos humanos. El derramamiento de sangre ya obligó a más de 400.000 sirios a abandonar sus casas y buscar refugio en otros países.
“Me dirijo a sus asesinos: lo que hicieron no es justo, él no tenía la culpa. ¿Por qué quienes aman a su patria deben ser ejecutados?”, se pregunta el padre del actor, Ahmad Rafea. “Mi hijo amó a su patria y siempre ayudaba a la gente, trabajaba mucho y era muy buena persona”, añade.
De hecho, un equipo de RT se benefició personalmente de esta tendencia a la filantropía cuando el joven ayudó a una corresponsal a buscar pastillas antiinflamatorias en medio de la noche. Su ayuda al prójimo se extendía también a los encargados de los puestos de control en Damasco, para los cuales le vimos comprar pan.
Mohammad Rafea no es el primer personaje público convertido en objetivo. Numerosos médicos, pilotos, actores e ingenieros figuran en una lista negra de los rebeldes.
“Lo que tenemos aquí es una especie de política militar basada en el terror: si usted coopera con el Gobierno, es un condenado a muerte", advierte el consultor independiente Christoph R. Horstel.
Entre las más de 35.000 personas que murieron en la crisis siria desde marzo de 2011, entre los hombres armados de ambas partes figuran también muchos civiles inocentes, según los datos de los defensores de los derechos humanos. El derramamiento de sangre ya obligó a más de 400.000 sirios a abandonar sus casas y buscar refugio en otros países.
comentarios