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EE.UU. teme que los misiles soviéticos robados en Libia caigan en manos terroristas
El temor de EE.UU. a una agudización de la violencia en Oriente Medio volvió a cobrar fuerza después de que asaltantes desconocidos atacaron una base en Bengasi y se apoderaran de "un gran número" de misiles tierra-aire que podrían acabar en países vecinos, amenazando a la aviación civil y militar.
Los misiles portátiles tierra-aire, conocidos como MANPAD, así como entre 1.000 y 2.000 unidades de armas de fuego semiautomáticas (todo ex propiedad de Muammar Gaddafi) fueron robados de la base militar perteneciente al poderoso grupo islamista Rafallah al-Sahati, según declaró su líder, Ismail Salabi.
Según el ex insurgente, el incidente ocurrió hace una semana, cuando una muchedumbre de libios leales al Gobierno atacó la base en un intento de cerrarla.
La analista independiente Concheta Delavernia opina que EE.UU. sería responsable si el armamento cae en manos de los islamistas radicales "porque EE.UU. en lugar de huir cuando atentaron contra la embajada de EE.UU., que huyeron todos los integrantes de operaciones especiales que estaban allí de inteligencia, pues se marcharon a EE.UU. o a otro lugar, pero abandonaron Libia, momento que aprovecharon los islamistas para hacerse con este tipo de material", dijo a RT Delavernia.
El mismo Gobierno libio reconoce que no sabe en manos de quién se encuentran estos arsenales, que son una mercancía muy preciada para cualquier grupo terrorista o extremista, ya que los misiles constituyen un instrumento perfecto para derribar aviones, tanto civiles como militares.
Las versiones sobre la autoría del asalto varían. Según una de ellas, el robo fue un fraude y el grupo paramilitar tiene a su disposición el arsenal e intenta legalizarlo en el extranjero vendiendo las armas.
Según otra tesis, los atacantes pertenecían a otro grupo insurgente o extremista. Mientras tanto, Trípoli admite que no cuenta con fuerzas para buscar las armas.
¿Temores de Washington hechos realidad?
Cualquiera que sea la versión, lo ocurrido justifica los temores que atenazaron a Washington hace ya un año, cuando prestaron a las autoridades libias 40 millones de dólares a la espera de que recuperara los arsenales de Gaddafi, en su mayor parte de fabricación soviética, de grupos de insurgentes, que se apoderaron de ellos durante la guerra en Libia. Los esfuerzos de los funcionarios estadounidenses, que lanzaron esta iniciativa temiendo que los terroristas se hicieran con dichas armas, no tuvieron bastante éxito.
Teniendo en cuenta los informes del mes pasado, según los cuales las nuevas autoridades de Libia suministran armamentos a los rebeldes en Siria, los medios suponen que estos misiles tierra-aire podrían aparecer también en los estados vecinos de Libia, donde no cesan los conflictos.
Por ejemplo, además de en Siria, las armas podrían llegar a Afganistán, donde los talibán siguen causando bajas entre los militares de la OTAN, en Irak, que últimamente se ha visto sacudido por múltiples atentados de radicales, o incluso en Mali donde Occidente podría planear realizar una operación militar contra los islamistas armados en el norte.
Según el ex insurgente, el incidente ocurrió hace una semana, cuando una muchedumbre de libios leales al Gobierno atacó la base en un intento de cerrarla.
La analista independiente Concheta Delavernia opina que EE.UU. sería responsable si el armamento cae en manos de los islamistas radicales "porque EE.UU. en lugar de huir cuando atentaron contra la embajada de EE.UU., que huyeron todos los integrantes de operaciones especiales que estaban allí de inteligencia, pues se marcharon a EE.UU. o a otro lugar, pero abandonaron Libia, momento que aprovecharon los islamistas para hacerse con este tipo de material", dijo a RT Delavernia.
El mismo Gobierno libio reconoce que no sabe en manos de quién se encuentran estos arsenales, que son una mercancía muy preciada para cualquier grupo terrorista o extremista, ya que los misiles constituyen un instrumento perfecto para derribar aviones, tanto civiles como militares.
Las versiones sobre la autoría del asalto varían. Según una de ellas, el robo fue un fraude y el grupo paramilitar tiene a su disposición el arsenal e intenta legalizarlo en el extranjero vendiendo las armas.
Según otra tesis, los atacantes pertenecían a otro grupo insurgente o extremista. Mientras tanto, Trípoli admite que no cuenta con fuerzas para buscar las armas.
¿Temores de Washington hechos realidad?
Cualquiera que sea la versión, lo ocurrido justifica los temores que atenazaron a Washington hace ya un año, cuando prestaron a las autoridades libias 40 millones de dólares a la espera de que recuperara los arsenales de Gaddafi, en su mayor parte de fabricación soviética, de grupos de insurgentes, que se apoderaron de ellos durante la guerra en Libia. Los esfuerzos de los funcionarios estadounidenses, que lanzaron esta iniciativa temiendo que los terroristas se hicieran con dichas armas, no tuvieron bastante éxito.
Teniendo en cuenta los informes del mes pasado, según los cuales las nuevas autoridades de Libia suministran armamentos a los rebeldes en Siria, los medios suponen que estos misiles tierra-aire podrían aparecer también en los estados vecinos de Libia, donde no cesan los conflictos.
Por ejemplo, además de en Siria, las armas podrían llegar a Afganistán, donde los talibán siguen causando bajas entre los militares de la OTAN, en Irak, que últimamente se ha visto sacudido por múltiples atentados de radicales, o incluso en Mali donde Occidente podría planear realizar una operación militar contra los islamistas armados en el norte.
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