La entrega a Libia del terrorista al-Megrahi fue errónea para Cameron
Un reciente informe británico, inspirado en parte por las filtraciones de WikiLeaks, revela que la extradición a Libia —y consecuentemente puesta en libertad— del único culpable superviviente del atentado de Lockerbie no era tanto “la decisión de Escocia”, como un producto de “deseo oculto” y “consideración insuficiente” del Gobierno laborista de Gordon Brown.
Gus O'Donnell, secretario de gobernación en el actual gabinete conservador, revisó los documentos publicados por el Ejecutivo escocés a la vez con las misivas filtradas al respecto. Concluyó que no había visto ninguna prueba de que el Gobierno de Brown presionara directa o indirectamente a las autoridades escocesas para que entregaran o liberaran al terrorista.
No obstante, sí se comprobó que el gabinete de Brown había consultado a las autoridades sobre la forma de obtener la liberación del terrorista libio. En particular, un secretario de Estado británico del despacho de Asuntos Exteriores había ofrecido asesoramiento jurídico al régimen de Muammar Gaddafi sobre cómo utilizar el supuesto cáncer 'terminal' del exjefe de seguridad de las Aerolíneas Árabes Libias Abdelbaset Ali al-Megrahi, autor confesado de la conspiración, para conseguir su entrega con motivos “humanitarios”: esta era la solución buscada por la parte libia. Y aquel negocio notoriamente coincidía en el tiempo con el intento de obtener varios e importantes contratos de explotación en el país árabe para la petrolera BP.
La investigación gubernamental se refirió al contorno del triste día 21 de diciembre de 1988, cuando un estallido interrumpió el vuelo 103 de la línea aérea Pan American World Airways y costó la vida a 270 pasajeros, tripulantes y también vecinos de la ciudad de Lockerbie. El informe reveló que el Gobierno laborista hizo todo lo posible para facilitarles a los libios, su petición ante las autoridades escocesas sobre la transferencia del terrorista confesado a su patria que se efectuó el 20 de agosto de 2009.
El primer ministro actual de Reino Unido, David Cameron, citó los datos de la investigación durante su intervención ante el Parlamento el lunes. El político se preguntó: “Una consideración insuficiente se antepone a la cuestión más básica de todos: ¿era realmente correcto para el Gobierno británico facilitar una petición por los libios ante el Gobierno escocés respecto a un individuo que había sido condenado por asesinar a 270 personas?” Y él mismo reafirmó: “Opino que era profundamente incorrecto”.
La realidad a la que indicaron ambos O'Donell y su jefe en el despacho es así que entonces, cuando se realizó la extradición “humanitaria”, se aseguraba que a al-Megrahi le quedaban tres meses de vida como máximo, pero ahora, un año y medio después, el autor de tal abominable delito sigue vivo y reinsertado a su pueblo. Y eso en vez de cumplir con la condena perpetua en Escocia, de acuerdo con el fallo penal.