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Sergio Massa, el ministro de Economía que busca la presidencia en una Argentina agobiada por la crisis

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El dirigente aspira a pasar a la segunda vuelta junto con Javier Milei y dejar fuera de la contienda a Patricia Bullrich.
Sergio Massa, el ministro de Economía que busca la presidencia en una Argentina agobiada por la crisis

Sergio Massa representa un caso bastante singular en la política, ya que es un ministro de Economía que aspira a la presidencia, en medio de una severa crisis económica estructural que ha afectado directamente a la población.

Pero Argentina tiene sus particularidades y, a pesar de que Massa representa a un Gobierno durante el cual se agravaron la devaluación, la inflación, el endeudamiento y la pobreza, es uno de los tres candidatos más competitivos rumbo a las elecciones presidenciales que se realizarán el próximo domingo.

La intención del dirigente peronista es lograr los votos suficientes para desbancar a Patricia Bullrich, la candidata de la coalición conservadora Juntos por el Cambio, y avanzar a una segunda vuelta que está prevista para el 19 de noviembre.

El objetivo final: ganarle en el balotaje al ultraderechista Javier Milei, quien encabeza la contienda.

Sería el corolario de este abogado de 51 años que comenzó su carrera política militando en la derecha, que es respaldado por la clase empresarial y gran parte del poder mediático, y que a lo largo de su trayectoria no ha dudado en romper con sus mentores y crear sus propios partidos.

Con ese afán, ha centrado su campaña en ejercer su doble rol de candidato y ministro para poner en marcha programas que intentan paliar el impacto de la crisis y, sobre todo, advertir que lo que ofrecen sus oponentes es mucho peor.

Para diferenciarse de Milei, Massa ha tratado de mostrarse como un líder serio, dialoguista, ajeno a los ya conocidos exabruptos y escándalos que caracterizan a su principal contendiente.

En el plano interno partidario, Massa ha optado por sacudirse al presidente Alberto Fernández y a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, dirigentes de imagen desgastada que ni siquiera participaron de una campaña que el ministro protagonizó por completo.

Historia

Nacido el 28 de abril de 1972 en la localidad de San Martín, en la provincia de Buenos Aires, Massa se acercó a la política siendo casi un adolescente, de la mano de la Unión del Centro Democrático (UCEDÉ), un partido conservador fundado por Álvaro Alsogaray, uno de los principales referentes del liberalismo argentino.

Su afán de liderazgo lo hizo destacar rápidamente hasta convertirse en presidente de la Juventud Liberal, en un momento en que se acercaba la época de oro del neoliberalismo en América Latina.

En Argentina, uno de sus máximos representantes fue Carlos Menem, el presidente que ejerció un "peronismo de derecha" que atrajo a figuras de la UCEDÉ. Uno de ellos fue Massa, quien comenzó a militar en el Partido Justicialista fundando por el fallecido expresidente Juan Domingo Perón.

Los cargos llegaron de inmediato. De una subsecretaría en el Ministerio del Interior, pasó a una asesoría en el Ministerio de Desarrollo Social y luego a una diputación, pero su momento estelar lo vivió durante la presidencia interina de Eduardo Duhalde (2002-2003), cuando asumió como titular de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses).

Gracias ese puesto, el cual mantuvo durante la presidencia de Néstor Kirchner (2003-2007), Massa empezó a tener una mayor visibilidad pública debido a medidas efectivas que beneficiaron a la población, como los aumentos de las jubilaciones, pero también por su destreza en el manejo mediático, algo que persiste hasta hoy.

En 2007 ganó la intendencia de la municipalidad de Tigre, un distrito estratégico de la provincia de Buenos Aires al que convirtió en un territorio propio en el que, desde entonces, tiene una influencia política.

Pocos meses después, en una de esas paradojas de la política, Fernández de Kirchner lo convocó como su jefe de Gabinete, en sustitución de Alberto Fernández. Pero Massa solo permaneció en el cargo durante un año y luego se volvió a Tigre para seguir construyendo su proyecto personal, que tenía a la Casa Rosada como destino final.

Idas y vueltas

De a poco, Massa se fue despegando del kirchnerismo, pero sin dejar el peronismo, y fundó el Frente Renovador, partido con el que en 2013 ganó una diputación nacional.

Un año más tarde, ahora sí, rompió del todo con Fernández de Kirchner y, al igual que Alberto Fernández, se convirtió en uno de los críticos más duros de una presidenta que transitaba la recta final de su segundo Gobierno.

En 2015, Massa protagonizó su primera candidatura presidencial al amparo de la alianza Unidos por una Nueva Alternativa, en la que convergieron fuerzas conservadoras. Es decir, volvió de lleno a sus orígenes. En esa campaña, su discurso fue muy parecido al derechista Mauricio Macri.

Pero aunque Massa obtuvo un nada desdeñable cosecha de 21 % de los votos, le fue insuficiente para avanzar a la segunda vuelta que disputaron Macri y Daniel Scioli, el representante del kirchnerismo-peronismo, y con quien desde entonces mantiene una ácida rivalidad.

De cualquier manera, el abogado ya se había consolidado como una de las figuras más importantes de la política argentina. Así se lo reconoció Macri, quien, ya como presidente y en un afán de parecer dialoguista y de conseguir el voto de los legisladores que respondían a Massa en el Congreso, lo invitó a la Cumbre de Davos de 2016. La relación duró poco.

Ya en 2017, Massa armó otra coalición denominada 1País, con la que participó en las elecciones legislativas en las que revalidó su posición como tercera fuerza política después de Unidad Ciudadana (kirchnerismo-peronismo) y Cambiemos (macrismo). El regreso a la casa peronista, sin embargo, estaba cada vez más cerca.

Unidos y (des) organizados

El año bisagra de Massa, Fernández de Kirchner y Alberto Fernández fue 2019.

La vicepresidenta logró que sus dos exjefes de Gabinete volvieran al terruño. Al Frente de Todos, como se bautizó la alianza peronista que concretó una reconciliación forzada, por la necesidad de evitar la reelección de Macri.

Así, Fernández de Kirchner eligió a Alberto Fernández como candidato a presidente en la fórmula en la que ella participaría como vicepresidenta. A Massa le dejarían el liderazgo de la Cámara de Diputados.

La armonía duró poco. Menos de un año después de haber recuperado juntos el poder, las diferencias entre la vicepresidenta y el mandatario estallaron, en particular por el diseño de la política económica, lo que, a la larga, desembocó en la escandalosa renuncia del ministro de Economía, Martín Guzmán.

De inmediato, en medio de un intenso operativo mediático promovido por Massa, se especuló con su arribo al estratégico ministerio, pero en el primer intento no logró el apoyo de 'los Fernández', quienes seguían enfrascados en su disputa.

Por eso fue designada Silvina Batakis, una economista que solo duró 21 días en el cargo porque, a fines de julio del año pasado, Massa consiguió, por fin, asumir como un 'súperministro' que supuestamente llegaba a 'rescatar' al país de la grave crisis económica.

No lo logró. Un año después, la economía argentina sigue frágil, con récord de deuda, inflación, pobreza y devaluación. Pero, aún así, Massa confía en ganar para continuar la saga de poder peronista.

Resistido

Desde que el año pasado dejó la presidencia de la Cámara de Diputados y fue designado ministro de Economía, su candidatura se dio como un hecho. Pero la postulación se tambaleó al vaivén de la crisis argentina que no dejó de profundizarse.

Finalmente, el pasado 24 de junio, luego de meses de especulaciones, la coalición gobernante confirmó que serían dos los candidatos que pelearían la postulación en las elecciones Primaria, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO): el embajador en Brasil, Daniel Scioli; y el ministro del Interior, Eduardo de Pedro.

La inédita pelea interna para alcanzar la candidatura presidencial era resultado de la larga y dura confrontación mantenida por Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.

Por eso, cuando Scioli confirmó su participación, quedó claro que lo hacía avalado por el presidente, mientras que De Pedro llevaba el respaldo de la vice.

En la tarde de ese agitado viernes, la ausencia de Massa en las candidturas provocaba desconcierto tanto en políticos oficialistas como opositores. Pero, en cuestión de horas, el panorama cambió por completo.

Ya en la noche, la coalición peronista Unidos por la Patria confirmó de manera totalmente inesperada, a través de sus redes sociales, que Massa sería el "candidato de unidad". La noticia era el resultado de frenéticas negociaciones de gobernadores, el presidente, la vice y otras figuras del oficialismo.

Entonces sí, Scioli y De Pedro dieron marcha atrás. Por el contrario, el dirigente social Juan Grabois, que había cedido su campaña, volvió al ruedo y anunció que contendería en la interna contra Massa, a sabiendas de que ganarle al ministro es una quimera.

La respuesta de Grabois resumió la desconfianza que genera en propios y extraños un líder político que pertenece al ala conservadora del peronismo. Más allá de los recelos hacia su figura, Massa consiguió la ansiada candidatura, se echó la campaña al hombro y el domingo enfrentará el mayor desafío de una vida política.

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